Apenas habían pasado algunos cuantos días desde que mi familia y yo nos mudamos a este pueblo. Hasta ahora todo marchaba bien, aún no conocía a mucha gente, solo a los vecinos y ya, me faltaba socializar con los estudiantes de la escuela en la que tenía que ir - siendo un pueblo tan chico no tendría gran variedad en eso -.
Caminaba lenta y nerviosamente hacia la entrada del edificio, no podía evitar ponerme así. Sabía que aquí nadie conocería mi historia y mucho menos la de mis papas o de mi hermano, pero aún así, era algo extraño.
Continuaba caminando, con la vista fija hacía el suelo cuando sentí un fuerte golpe que provoco que mis libros salieran volando y yo cayera de sentón a un lado de ellos. Cerré los ojos fuertemente por el dolor y comenzé a sobarme el coxis ya que este era el que más me dolía.